El viento se torna más frío. Los árboles comienzan su cambio de color, adoptando toda la gama de tonos cálidos para después ir desvistiéndose poco a poco. La naturaleza se vuelve más perezosa, preparándose para el largo sueño de invierno. Los días se hacen más cortos, el verano queda cada vez más lejos. El sol y la playa apenas son ya un recuerdo lejano. Pero ella no. A ella la tengo muy presente. Quizá también esté sentada sobre un suelo alfombrado de hojas secas, pensando en mí, echando de menos el sol y la playa. Contando los días que faltan para el verano. Descontando los días que faltan para que volvamos a vernos.